sábado, 17 de noviembre de 2012

Qué poco dura lo bueno

¡Qué poco dura lo bueno!. Ya estoy de vuelta en casa, con los pies con ampollas de tanto andar, y algún
kilito de menos, por no perder el tiempo comiendo. Demasiadas cosas que ver y poco tiempo para todo.
Ahora toca la vuelta a la dura realidad, y a la lavadora. Apenas cinco días fuera, generan al menos dos lavadoras, con su correspondiente plancha. Es en estos momentos cuando pienso si realmente merece la pena viajar. Pero venga, vamos a dejar el lloriqueo y a ponerme manos a la obra.
- Vaya, no recordaba que me había quedado sin detergente.
La verdad es que soy un poco despistada, pero menos mal que mi vecina de al lado es un ángel y siempre me presta todo lo que necesito.
Llamo a su puerta y me sorprende que no sea ella quien  me abra, pues hasta dónde yo conozco, está divorciada y vive sola.
- Hola, está Clara, soy Melibea, la vecina de al lado.
- Hola, no, mi hermana ha salido. Tenía una cita importante. Yo soy Román, su hermano pequeño. Te puedo ayudar en algo?
- Pues si, bueno, no se. Esto, yo venía a por unos polvos.
Nada más terminar la frase, me sonrojo hasta la médula, y noto como él  me mira y sonríe.
- Polvos para la lavadora, por supuesto.
- Sí, por supuesto-dice él de manera socarrona. Supongo que te puedo ayudar, aunque no estoy muy seguro de donde guarda mi hermana los polvos.
- Debajo del fregadero-digo intentando calmarme. Generalmente ella guarda allí el detergente.
Román se da la vuelta y se dirige al fregadero. Es un hombretón elegante y guapísimo. ¿Cómo es que Clara nunca me había dicho nada de él?. Recordatorio. Regañar a Clara por ocultar a su familia.
- Llévate el paquete- dice con voz aterciopelada.
Doy un respingo. No me había dado cuenta que ya estaba a mi lado
- ¿Cómo?
- El paquete de detergente.- Me indica. ¿Necesitas más?.
No se como tomarme esa pregunta, y además se está haciendo tarde, y aún tengo que ducharme y arreglarme porque mi man va a pasar a recogerme.
- Está bien, gracias.
Cojo el paquete de manera rápida, pero eso no impide que nuestras manos se toquen. Manos duras y tibias!!!.
Llego a mi piso y me doy cuenta que estoy nerviosa. Respiro, una, dos, tres veces. Necesito calmarme.
De repente suena el timbre. Me acerco a la puerta y miro por la mirilla. ¿Y si es él?. y si, era él, pero mi él.
- Cariño, aún no me he duchado. Sírvete algo mientras esperas.
- Y quien quiere esperar??. Dice , mientras pasa detrás de mi al baño.
Y por supuesto, yo no soy la que quiero esperar. Necesito sacarme cuanto antes el polvo del viaje. Y a eso nos dedicamos el resto de la tarde.

7 comentarios:

  1. Pero mira que ir a casa de la vecina a pedir polvos!!!jajaja. Espero que tu man te quitara todo el polvo del camino...o que te lo echara, ya no sé! :)
    Bicos.

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  2. jajajajajaj....Como una simple palabra puede tener tanto significado??? jajajajaja

    Un bs y buen fin de semana

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  3. Si, hay que tener mucho cuidado con las palabras. Besazos.

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  4. Se me han pasado muchas cosas por la cabeza al leer este relato tuyo Melibea y he decidido que la más importante es la siguiente:
    "Dile a Román alias el vecino que ya salgo para Madrid, es cuestión de horas.......que me espere!!
    Bico.

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  5. jajajajajja. Te está esperando con los brazos abiertos.

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    1. juasssssssssssssss.....modo mordiéndome la lengua on

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  6. Jajajaja los polvos mágicos de tu vecino, deberían comercializarlos, buenísimo Melibea.

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